hasta no divisar nada bajo tus pies;
y de repente caes, y te veo caer,
tus alas se rompen, y las veo romper.
Pero aún así, en el charco de tu sangre
decides volver a intentarlo.
Yo te diré... bien
¡No podré detenerte!
Pero si decides
caminar
o más bien arrastrarte,
bajo la sombra infame de lo despreciable,
y bajo su hipócrita mirada crees vivir mejor;
yo igual te diré... bien
¡No podré detenerte!
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