Amigo de alas eternas, postura firme y, siempre erguido.
Su mirada extendida recorre los trescientos sesenta grados del firmamento, para divisar lo inexpugnable, derribando muros y temores.
Un impulso vital brota
desde la montaña para lanzar su vuelo.
Alas extendidas que lo
cubre todo, y en su batir, desprende
las estrellas que lleva en su pecho,
iluminando el infinito.
Lo sigo entre tropiezos.
Abro la mochila para
liberar mis vocales,
monto sobre ellas y voy
tras ese alfabeto perdido,
para atrapar las palabras
que fluyen por su aliento, forzando mis extremos.
Y, sin perderlo de vista,
en la cima de la montaña lo invoco,
con un grito profundo,
profundo, profundo que,
desde las vísceras de mis
abuelos,
llega a mi como un volcán en erupción.
llega a mi como un volcán en erupción.
Al salir el sol siento
batir sus alas…
Ven, descansa sobre mis
hombros, y luego llévame,
¡llévame contigo LIBRO
LIBRE!…
¡MI AMIGO!