sábado, 29 de junio de 2013

TESTIMONIO "LEER PARA CRECER"



Crecí entre esteras y el polvo de arena. Las asambleas y faenas comunales forjaron mi mundo. La unidad de mis vecinos ante la adversidad, marcaron para siempre nuestra perspectiva de un mundo mejor, porque los sueños de nuestros padres y la organización vecinal  hicieron posible construir una gran ciudad en lo que era un desierto: VILLA EL SALVADOR.

… Acompañaba a mi abuela en las asambleas, casi siempre terminaba dormido entre sus brazos o en los tablones  que se improvisaban como asientos. Las faenas comunales eran especiales para mí porque me encontraba con otros niños con quienes, entre juegos, también aprendíamos a organizarnos. Mientras creábamos nuestro mundo en la arena,  nuestros padres conducían el desarrollo del barrio, así se consiguió los servicios básicos. No fue fácil, mucho sacrificio…  Por lo tanto, al crecer nos correspondía asumir nuestra responsabilidad, porque la pobreza y la falta de oportunidades atentaban contra nuestro futuro y el bienestar de los niños.

Mi familia entró en crisis, mi padrastro se separó de mi mamá dejándola con mis cinco hermanos. Dejé la academia preuniversitaria para trabajar en “mil oficios”: ayudante de albañil,  de carpintería, de panadería… ayudante de todo lo que fuera posible; pero lo que me pagaban era muy poco. Para paliar la situación, con mis hermanos menores recorríamos el Mercado Central en busca de verduras, papá, camote; los  “manchados” así le decían a los productos que estaban un poco malogrados. Igual hacíamos en el mercado de frutas. Todo esto nos lo enseñó la vecina Aurora, una legendaria dirigente de mi barrio.

Salíamos de madrugada, soñolientos y con frio. A veces a Cheto, esa era el mote del más pequeño (05 años) lo tenía que llevar dormido porque él insistía en ir con nosotros, además era el más juguetón, sus ocurrencias nos hacían olvidar por momentos nuestra pobreza. Mientras esperábamos el autobús de regreso, soñábamos al ver una casa bonita.

Laboré  hasta en dos turnos diarios, pero no alcanzaba, me pagaban muy poco. Mis hermanos vendían pan en las mañanas y  “marcianos” en la playa; no los dejé continuar porque no me dijeron que les habían robado la caja de marcianos en el cerro “Lomo de Corvina”, me enteré a través de unos amigos. Ese lugar era muy peligroso, los asaltos y violaciones se comentaban en el barrio.

Cuál sería nuestro futuro y el de nuestros hermanos; ese era el tema de discusión entre mis amigos cuando nos reuníamos en la pampa para jugar futbol… Es así que llegamos a la conclusión de organizar un grupo cultural. El nombre surgió de casualidad: NUEVA GENERACION. La idea fue madurando hasta que decidimos hacerlo realidad.  En coordinación con los dirigentes del barrio organizamos un primer evento, Aún siento el temblor de mis piernas cuando se me encargó saludar al público y junto a otros dos amigos, explicar lo que queríamos hacer. Todos los vecinos participaron, esa jornada culminó con una gran fiesta.

Lo primero que hicimos fue organizar una biblioteca comunal. Los libros fueron donados por los vecinos, y comenzamos a trabajar en el local comunal ayudando a los niños con sus tareas escolares… Pronto surgieron otras iniciativas, como el área de teatro, música, baile y deporte. Los actos culturales eran masivos y pronto el grupo cultural se convirtió en un espacio de encuentro para los niños y jóvenes del barrio. Mis hermanos se integraron al grupo cultural, era como una nueva familia, más grande y alegre, mi mamá era la más entusiasta y colaboradora. Allí conocí a Susana con quien luego formé una familia.

El tema de la violencia política aún era lejano para nosotros. Nuestra actividad llamó la atención de un grupo de profesores que se ofrecieron para asesorarnos. Ellos comenzaron a influir en el contenido de los mensajes. Proponían obras de teatro con escenas alusivas a la lucha armada. Esto nos causó algunos desencuentros con ellos, y para evitar una mayor confrontación, decidimos aprender a crear nuestros  argumentos de teatro y a bailar algunas danzas típicas para luego enseñar a los  niños. Así desplazamos a los profesores. Aprender a redactar nuestros documentos fue un proceso valioso… creábamos el mensaje y, consultando el diccionario, corregíamos la ortografía; muchas veces, descubrir el significado de una palabra nos conducía a temas desconocidos y desafiantes.

La biblioteca comunal se convirtió en una fuente del saber donde acudíamos a prepararnos para atender a los niños con sus tareas escolares. A cada conocimiento adquirido la inquietud por diversos temas se incrementaba. La realidad de la educación pasaba por nuestras manos al tratar a cada niño; y al constatar nuestras limitaciones y retos en el barrio. La transformación de nuestra personalidad era evidente: El teatro nos afirmó la capacidad de expresar con énfasis nuestras ideas. El baile y los libros nos brindaban la armonía indispensable entre espíritu y razón. Y el deporte nos cultivó el carácter para enfrentar la complejidad de nuestro contexto social.

Los grupos violentistas seguían acechando nuestro espacio cultural. Y Luego de siete años de trabajo suspendimos las actividades, cuando la biblioteca fue pintada y empapelada con “advertencias” y lemas alusivos a la lucha armada. Decidimos no exponer la vida de los niños y jóvenes de la biblioteca, más aún cuando a pocas semanas habían asesinado a la lideresa María Elena Moyano.

La exitosa experiencia de nuestro grupo cultural, no hubiera sido forjada sin la esencia de la biblioteca comunal. El saber de los libros y el ambiente comunitario de mi barrio marcaron el destino de muchos de nosotros. Años más tarde ya siendo padre de familia, me vi en la necesidad de que mis hijos revaloren esta experiencia. Escribí un cuento, y  poemas, con los cuales visité varios colegios de Villa El Salvador, hasta que me integré al Consejo Nacional de Democratización del Libro y Fomento de la Lectura, donde brindé servicios de consultoría, para organizar a los vecinos y tratar de que se estimule el hábito de la lectura en las zonas más pobres de Lima.

Luego con mis hijos y hermanos impulsamos la creación de la Red Distrital de Bibliotecas Comunales, comprometiendo a dirigentes y líderes de Villa El Salvador para promover la lectura como base del desarrollo educativo. Al explorar diversas vías hacia el logro de los objetivos nos encontramos con un Perú incomprendido y dinámico;  y otro Perú que, con resistencia y desconfianza, juzga y sanciona. Los libros pueden tender un puente hacia la unidad de los peruanos, para emprender juntos por el amplio camino del saber y la libertad.

En reconocimiento a más de 20 años de labor social, fui galardonado con el Premio Nacional INTEGRACION Y SOLIDARIDAD 2007 otorgado por RPP. Y la Municipalidad de Villa El Salvador me otorgó el título de HIJO PREDILECTO DE LA CIUDAD.

He publicado algunos cuentos y asesoro instituciones que intervienen con proyectos educativos en las escuelas y barrios de mi comunidad. En mi familia seguimos con el mismo espíritu de hace 25 años; Jacqueline es una reconocida actriz en el distrito que ahora enseña a los niños de su barrio. Y Cheto es un cuenta cuentos que anima a los niños a leer en las bibliotecas de Villa el Salvador, porque en los libros descubrimos que TODOS NACEMOS IGUALES, LA LECTURA MARCA LA DIFERENCIA…

! LEER PARA CRECER ¡

VES, 2008

No hay comentarios:

Publicar un comentario